sábado, 17 de enero de 2009

Un día comienzas un diario, otro dejas que lo lean los demás

El 15/04/2007 comencé a escribir mi diario filosófico a los 50, dejé de escribirlo poco después, una parte la he perdido, este es el comiezo que os dejo a leer... por vanidad

Supongamos que esto fuera o fuese el comienzo de un libro. Porqué no. Un libro puede comenzar de cualquier manera.
Me enfrento al terrible tópico de la hoja en blanco, el gran enemigo de nosotros los escritores. Puede parecer pretencioso, pero si uno no cree en sí mismo quién lo va a hacer. Inicio mi primera página y espero escribir 300, por lo menos. Como decía el poeta, hay que hacer el camino caminando. Los documentos Word, a diferencia de las hojas mecanografiadas, si tienen vuelta a atrás y recomienzos indefinidos. Puedes incluir olvidos y borrar errores constantemente, nuestros abuelos no podían, es lo que tiene la modernidad y la tecnología, ¿en tiempos pasados se vivía mejor? Que se lo digan a los soldados de Napoleón en Rusia (es solo un ejemplo).
Es la tarde de un domingo de abril. Los domingos por la tarde suelen ser aburridos, la televisión tiene películas antiguas y algo somnolientas. Está nublado y puede que llueva, los pronósticos son de que no, hace 23 grados y algo de bochorno, apetece más una siesta que escribir, pero así son las cosas, los momentos no los elegimos nosotros, ellos son los que nos eligen, (como en el anuncio del coche del reloj).
Los vecinos, en el patio contiguo, planean, con los albañiles, una reforma en el patio, nosotros escuchamos de forma furtiva (escribo en el patio y mi mujer se sienta a mi lado). Una niña tiene la nariz pegada a la malla de la valla. Se aburre.
Quizás nos metamos en la conversación, nosotros planeamos reparar la fachada, luego nos van a ensuciar el trabajo ya finalizado, una putada. Ella se metió en la conversación y ya no se sienta a mi lado, está regando las macetas. Pronto tendré los pies metidos en el agua, siempre me hace lo mismo, que pesada.
Mi hija me pide las llaves del coche, se va con el novio al Salón Manga. Los jóvenes tienen más ganas de divertirse, y más sitios interesantes adonde ir, que suerte: no el tener sitios sino el tener ganas.
El sol sale de vez en cuando de entre las nubes, calienta ya con fuerza en esta época del año, máxime con lo del cambio climático, puede que acabe siendo cierto, que los científicos algo catastrofistas acierten. Es bueno que haya siempre alguien que nos asuste, no escarmentamos fácilmente si no.
Estamos un poco liados esta semana, planeamos cambiar de casa y, la falta de dinero y el precio de las hipotecas hace que la decisión no sea precisamente fácil. Queremos irnos al centro de la ciudad, allí no tenemos patio, pero los servicios y las tiendas los tenemos más a mano. Nunca hemos vivido en el centro pero siempre quisimos, puede que sea un capricho o puede que no, las niñas nos presionan, tienen sus amigos allí, todo el día estamos llevándolas y trayéndolas hasta altas horas de la madrugada los fines de semana. Nos pilla ya un poco mayores para empezar una hipoteca, pero nunca es tarde… ni pronto.
Mientras me preparo el café espero que se me vayan ocurriendo más cosas, escribir no es más que eso, contar cosas que otros puedan leer mientras se aburren. Como os dije ya tengo los pies en agua, hay cosas que no se pueden evitar y esa es una de ellas, cuando mi mujer riega las plantas el agua me llega a los pies.
Los políticos piensan que nuestros problemas son el terrorismo, el Estatuto de Autonomía o la red viaria. El mayor problema del ciudadano es el precio del dinero, el euribor ese de los cojones, que es el que nos tiene locos. Y todo gracias a un individuo que a lo que se ve no tiene hipotecas ni nada por el estilo, se ve que tiene dinero el hijoputa, sino haber, de qué. Seguro que tampoco se sabe el precio de un café, aunque puede que sepa el precio de un Mercedes si es que no se los regalan también. Esta gente tiene mucha suerte, les regalan muchas cosas. Es como los bancos, solo les dan dinero a los que ya lo tienen, debe ser para que no se les gaste y sigan teniendo. A los demás que nos jodan (los bancos, por cierto, sobre todo).
Esta calor no es normal, como dicen los viejos del lugar. Yo creo que todo lo que ocurre es normal, sino no ocurriría. El café y el tabaco puede que sea el único placer que nos quede a los 50 (casi), por eso los políticos y los médicos dicen que son perjudiciales, yo creo que hay otras cosas que también lo son, perjudiciales digo. La corrupción de los políticos es muy perjudicial, sobre todo para los ciudadanos contribuyentes paganos, que para los otros no, esos son los corruptores de políticos. Qué pillos.
Pienso que hay que empezar a escribir sin ponerte un título, éste te condicionaría a escribirlo todo alrededor del mismo. Si escribes libremente puedes escribir lo primero que se te ocurra. Sin embargo el título no deja de rondarte en la cabeza todo el tiempo, es una paradoja, queremos la libertad y luego, cuando la tienes, no sabes qué hacer con ella, casi como dice mi compañero Juan Luís.
La libertad es el bien más importante de todo ser humano -claro los animales no pueden tenerla-, incluso en la naturaleza están supeditados a la voluntad del hombre. Sus habitats naturales dependen de que seamos capaces de mantenerlos intactos, cualquier alteración puede producir daños irreversibles.
La libertad es algo que no solemos apreciar hasta que empieza a sernos limitada por algo o por alguien, sobre todo por alguien. Tenemos un horario de trabajo, para las comidas, de estar en casa, para dormir, para estudiar. Y todos nos son impuestos por alguien, eso algo –o bastante- que afecta a nuestra libertad. Con todo siempre hay alguien que nos dice que tenemos demasiada libertad. Cuando dice alguien esto suele ser quién piensa que somos los demás los que la tenemos y no ellos mismos. Para ellos la libertad nunca es suficiente. Suelen ser gente de derechas, algo intransigentes e intolerantes con la libertad de los demás. Cuando digo de derechas me refiero políticamente, de ideología conservadora, son gente mayor, es decir que no son capaces de aprender nada más, que ya lo saben todo, que nadie les puede dar una lección en el buen sentido. Los que piensan que “antes” se vivía mejor, el antes era el antiguo régimen, antiguo en todos los sentidos y en todas las épocas, incluidas las más recientes. Es cierto que los adolescentes se parecen a los gusanos de seda, que cuando no están comiendo se aburren y se ponen a hacer el capullo, pero todo el mundo ha sido adolescente: unos más y otros menos, pero no se acuerdan… que pena.
Hay jóvenes y pobres que son de derechas, que contradicción y que gilipollez, y no necesariamente en ese orden. Yo creo que los jóvenes no pueden ser de derechas aunque sean ricos y los pobres no pueden serlo aunque sean viejos. Es como los nacionalistas: que se creen de izquierdas o progresistas, y son excluyentes y elitistas, que contradicción y que gilipollez. Son seguidores de analfabetos iluminados por una luz divina, que navegando por el espacio en una bola común (planeta) quieren ir, en una luna independiente, pero que no los dejen “colgados” cuando son unos colgaos. Es como la canción-rap de El Gato: echaté p’allá.
Los 50 son una buena época de la vida, tienes la juventud reciente aún y la vejez parece que se aproxima (si es que llega) de lejos aún (al menos lo suficiente). La vida empieza a los 50, al menos la segunda mitad, si vives otros cincuenta es una suerte, pero hay que intentarlo. Los pájaros de la cabeza se han alejado lo suficiente, pero aún los ves, lo cual es bueno. Pero el presente es más importante que el pasado y que el futuro. Cuando despiertas cada mañana te das cuenta de que todavía estás aquí, en el mundo de los vivos. La barba te crece blanca, pero muy orgulloso, te da otro atractivo que gusta mucho a las mujeres (que iluso), que al fin y al cabo es lo único que importa: gustar a las mujeres. Tienes más sabiduría aunque empiecen a olvidársete las cosas y dónde las tienes (la sabiduría y las cosas) cualquier cosa, cosa de las putas neuronas que se mueren para siempre. Puedes perder hasta los documentos del ordenador si no tienes la precaución de guardarlos en algún lugar que sepas luego buscar: mi talón de Aquiles (entre otros cientos de miles).

6 comentarios:

~ R ~ dijo...

Mi señor, escribís sobre la vida con sencillez y sinceridad,… raras cualidades,…En este país de locos,…La vida,…la felicidad,…la felicidad mi Señor es estar tomándose un chocolate con churros en el bar de Emilio, ahí en Guadalcacín,…y que vos paséis por la puerta y yo os vea y os diga – “Entra y tómate un chocolate con churros conmigo, y hablemos de la vida, Amigo”,…eso Mi Señor,…eso es sencillez, sinceridad, vida y felicidad,...y libertad.

Expresiones vitales varias.

JL.

Daro dijo...

Creo que la vida empieza cuando la notas!!!

Yo tengo 19 y aprecio a alguien llevar perfecto su 1/2 siglo.

Animos, que en la actitud está la edad!!!

Besos!!!

Logan y Lory dijo...

Como comienzo de un libro, tu diario es interesante y lo importante es tener en nuestro interior todas esas cosas para contar, aunque nunca se vean impresas en las hojas de un libro porque el libro ya está escrito.

Haber cruzado el meridiano acarrea una cierta experiencia para contar.

Un abrazo

Angel dijo...

Soy menos optimista que tu casi a los cincuenta. Yo de las muchas cosas que he hecho en mi vida, lo más emocioante ha sidi escalar -la adrenalina desbordada, el miedo por las orejas, y la satisfacción llenandote el ego-. El otro día pasaba al lado de unos chavales en un rocódromo y me dio mucha envidia por ya no lo volveré a hacer. Yo creo que a los cincuenta, lo mejor ya ha pasado y el labrarnos un futuro que nos decían, nos ha complicado la vida.

Un saludo.

P Vázquez "ORIENTADOR" dijo...

No estóy de acuerdo contigo Ángel, nunca se sabe cuando llegará lo mejor, como te digo, ahora hay que pensar en el presente lo mejor en el presente es ser y estar, siempre digo que la vida empieza a los 50, bueno ya a los 51. Tenemos otras cimas que escalar.
Saludos.

Funcionario's blog dijo...

Diario filosófico = diario de la vida. Como bien dices, un blog realmente cuaja cuando permite a otros verte a través de las entradas.

Yo soy tu hijo, que te pide las llaves del coche, y esa vecina, con la que hablas de tantas cosas.

Vanidad, dulce vanidad.